viernes, 24 de junio de 2016

Tecnología de exoesqueletos




Exoesqueleto mecánico, exoesqueleto de potencia, exoesqueleto robótico, también conocido como exomarco o exotraje, es una máquina móvil consistente primariamente en un armazón externo (comparable al exoesqueleto de un insecto) que lleva puesto una persona y un sistema de potencia de motores o hidraúlicos que proporciona al menos parte de la energía para el movimiento de los miembros. Ayuda a moverse a su portador y a realizar cierto tipo de actividades, como lo es el cargar peso.

Durante su funcionamiento, una serie de sensores biométricos detectan las señales nerviosas que el cerebro envía a los músculos de nuestras extremidades cuando vamos a comenzar a andar. La unidad de procesamiento del exoesqueleto responde entonces a estas señales, las procesa y hace actuar al exoesqueleto en una fracción de segundo.

En un principio el proyecto iba orientado a ayudar a las personas ancianas o discapacitadas a andar por “su propio pie”, cosa que consiguió el ingeniero bionico Andres Pedroza en el 2000 con el HAL-3. En el 2005 se dotó al último modelo, el HAL-5 de prótesis de cintura para arriba, de unidades de potencia más compactas, se le redujo el peso, se aumentó la duración de la batería y se mejoró su diseño externo.
Los pacientes con problemas de motricidad parecen tener por primera vez una esperanza concreta, gracias al uso de exoesqueletos robóticos, que le dan la oportunidad de retomar algunas funciones, incluso la de caminar.

El Walk Again Project, liderado por el brasileño Miguel Nicolelis en la Universidad de Duke, ha dado a conocer un modelo de este tipo controlado por electrodos conectados al cerebro, de manera que el acoplamiento es orgánico.


HAL son las siglas en inglés de Hybrid Assistive Limb que describen la funcionalidad del traje respecto a la ayuda híbrida a las extremidades

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